La ciudad del amor. La historia de los amantes Isabel y Juan Diego es de sobra conocida, pero no es la única de la que ha sido testigo Teruel: sus torres las construyeron según la leyenda, Omar y Abdalá para ganar el amor de Zoraida….Si queremos sumergirnos de lleno en estas románticas historias, hay que visitar la ciudad en febrero, cuando se convierte en la Teruel del siglo trece y la vestimenta, los puestos del mercado medieval y la representación de la tragedia nos llevan a vivirlo prácticamente en persona.
La capital del Mudéjar no ostenta el título por casualidad: aquí tenemos alguno de los mejores ejemplos de este arte de los siglos XIII y XIV, sus torres son espectaculares y en el interior de la Catedral está la más asombrosa techumbre que podamos imaginar.
El ambiente de la ciudad cautiva: difícil no sentirse tentado de pasar una hora en cualquiera de las terrazas que se encuentran en las plazas de San Juan, o la del Torico, en la que estamos rodeados de encantadores edificios modernistas. También para los enamorados de ese arte «nuevo» hay ocasión de vivirlo de cerca, con la semana modernista en el mes de noviembre.
Sea febrero o noviembre, o julio con las fiestas patronales, Teruel resulta siempre atrayente. Yo prefiero visitarla lejos de las aglomeraciones, en cualquier otra fecha que permita un tranquilo paseo por sus calles, entrar al Museo, pasar un rato en San Pedro, ese bombón mudéjar con corazón modernista, y contemplar sin agobios el techo de la catedral de Santa María.
Sea cuando fuere, Teruel merece siempre una visita.

Comentarios recientes