Si estás pensando en una escapada con alma, tradición y belleza, Calatayud en Semana Santa es un destino que no te dejará indiferente. Esta ciudad aragonesa, llena de historia y arte, se transforma durante estos días en un escenario de emoción, fe y cultura popular.
Una de las ceremonias más antiguas y sobrecogedoras que se conservan en Calatayud es el Entierro de Cristo, celebrado el Viernes Santo por la tarde. Esta antigua tradición muda, que hunde su origen en la oscura noche de los tiempos, resulta un momento de profundo simbolismo, recogimiento y belleza.
La Procesión del Santo Entierro, es uno de los momentos más esperados del calendario. En ella participan todas las cofradías de la ciudad, creando un espectáculo único por la diversidad de sus pasos y el colorido de los vistosos trajes de personajes bíblicos. No faltan soldados romanos, reinas de Israel, profetas ni otras figuras singulares que le dan un carácter único y teatral a la procesión.
Uno de los detalles más curiosos y entrañables son los pasos del siglo XIX, cuyas esculturas, algo toscas y grotescas, reflejan la devoción popular de otra época. Estos pasos, lejos de perder encanto, hacen que la Semana Santa bilbilitana tenga una personalidad propia y original.
Pero la emoción no se limita al Viernes Santo. El Miércoles Santo, Calatayud se sumerge en el silencio con la procesión del mismo nombre. Es un momento íntimo, emotivo, donde el sonido de los tambores marca el paso lento y solemne de los cofrades, que avanzan en penumbra por las calles históricas de la ciudad.
Los ecos de las matracas, el redoble de tambores y el lento andar de las cofradías impregnan de solemnidad cada rincón, mientras las calles se llenan de vecinos y visitantes que participan del ambiente con respeto, devoción… y alegría. Porque sí, durante Semana Santa en Calatayud también se vive un ambiente festivo, de reencuentro y convivencia.
Y como en toda buena tradición, no puede faltar la gastronomía. En estas fechas podrás probar productos tan nuestros como la limonada, un delicioso vino dulce muy típico; los ibéricos, y, por supuesto, nuestros tradicionales bizcochos de soletilla.
Además, Calatayud luce especialmente hermosa en estos días. Sus iglesias, plazas y monumentos se visten de solemnidad y esplendor, y se convierten en parte esencial del relato que se representa. La monumental Colegiata de Santa María, San Andrés, San Juan el Real o la iglesia del Santo Sepulcro son paradas obligadas para cualquier visitante.
Y si quieres descubrir toda esta riqueza de la mano de un guía oficial, en La Sobresaliente, Carlos de la Fuente os espera para mostraros Calatayud como nunca la habéis visto. Sus visitas guiadas durante Semana Santa son una experiencia única, pensadas para entender y sentir cada rincón, cada paso y cada historia.

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